The Last Bookstore en Los Ángeles. Foto: Kim Garcia
Fotogalería con las librerías
The Last Bookstore.
La última librería. Con ese fatídico nombre Josh Spencer decidió
bautizar en 2005 su flamante espacio de venta de libros de segunda mano
en Los Ángeles. Casi siete años después, la profecía sigue en suspenso.
En 2009 se mudó a un local de 1.000 metros cuadrados y todos los meses,
cuando se celebra el Downtown Art Walk –algo así como la noche de las
galerías–, una desordenada cola cerca la librería. Su reclamo son los
libros: atesora unos 100.000 y, en su mayoría, rondan los cuatro euros.
Pero ofrece mucho más: una taza de café, música en directo y una
imponente arquitectura, por eso ha sido elegida por el blog cultural Flavorpill como una de las veinte librerías más bellas del mundo.
La histórica livraria Lello es
una librería en el sentido clásico, un lugar donde encontrar tanto
novedades como libros de fondo; las más recientes, por su parte, están
ampliando ese concepto y apostando por cuidados locales que suman
cafeterías, actuaciones musicales, exposiciones, lecturas… Es el caso de
Cook & Book en Bruselas o The Bookworm en Pekín. Según Diego Moreno, editor de Nórdica Libros,
esta fórmula bien podría ser la de la librería del futuro. “El modelo
tendero, entro-compro un libro-y a los cinco minutos estoy fuera, está
abocado a la extinción. Una librería tiene que distinguirse, ser un
lugar de estímulo cultural”. De la misma opinión es la interiorista Pilar Líbano,
que cuenta con varias librerías en su currículo. “No se trata de una
simple tienda, es un lugar comunitario, como puede serlo un museo. Y, al
igual que en los museos, la arquitectura y el diseño juegan un papel
importante porque se trata de que te guste el entorno. Yo acabo de
regresar de Sao Paulo y allí fui expresamente a visitar una librería”.
Precisamente en el de Fernando Arenas lleva confiando César Antonio Molina
desde los 13 años. “Mi padre me llevó un día a su librería y le dijo
que a partir de ese momento podía llevarme cualquier libro”, recuerda.
“La librería es un lugar sagrado. Es el saber y el conocimiento. Todo lo
he aprendido del libro y lo demás es añadido al él, los viajes, la
música, el cine, la pintura, que son mis grandes aficiones, rotan en
torno al libro, que es el pilar esencial de mi vida”.
Carlos Pardo, escritor,
poeta, editor, crítico y librero, comprueba día a día que muchos –y de
todas las edades– se siguen encomendando al librero. “Y eso a pesar del
acceso a la información que tenemos… Internet no es democrático:
destacan los libros que tienen detrás una campaña agresiva, por eso el
librero tiene la capacidad de señalar a autores que no sólo pertenecen a
la cultura dominante, sino también a sus márgenes. Yo creo que
sobrevivirán las que se especialicen, las que tengan una visión cultural
y no sólo de mercado”.
¿Cuál es para ti la librería más bonita del mundo?
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